Quiero como él, vivir y contemplar,
quiero como él vivir sin miedo al silencio que incita a pensar,
no temer a las horas que no regresarán,
dominar el tiempo sobre el que reposa,
el espacio donde descansa,
olvidar la sombra que dejo atrás y jamás preguntar qué hice mal.
Como él quiero abrigar la calma y vencer en la paz.
Su territorio nunca fue nuestro igual,
el nuestro donde la vida es un juego de peones sin rey,
tierras sin ley, traidores sin fe, mentiras de verdad,
relucientes máscaras huecas y abismos sin red.
Quiero su imperio, ese que es propio y compartido,
el que se extiende generoso y juega
donde habita su ser real, su secreto leal,
de donde jamás huye la amistad,
el imperio en paz soñado,
un territorio donde nunca temamos ser
uno más en la magia de lo que nos crece bajo la piel.
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